Viaje a Sevilla 2024

La Semana Santa es un espectáculo de devoción y arte, y Sevilla, con sus calles estrechas y plazas escondidas, ofrece uno de los escenarios más impresionantes para esta celebración. Este año, tuve de nuevo la suerte de vivir esta experiencia, desde el Domingo de Ramos hasta el Martes Santo.

El viaje comenzó con una mezcla de emociones. El Domingo de Ramos, día que tradicionalmente inicia con mucha ilusión para todos los sevillanos y visitantes, nos recibió con un cielo encapotado y lluvias intermitentes. A pesar del agua, la ciudad estaba vibrante, llena de fieles y curiosos que, como yo, no querían perderse ni un segundo de la festividad. Las procesiones tuvieron que adaptarse; algunas fueron canceladas y otras avanzaron con fuerza bajo la lluvia, pero el espíritu de Sevilla no se dejó amedrentar por el clima. La gente se agolpaba en los portales y bajo los balcones, compartiendo historias o simplemente disfrutando de la música de las bandas que acompañaban a los pasos.

Para el Lunes Santo, el cielo nos regaló un respiro y la ciudad se transformó. Las cofradías que más pronto hacían su estación de penitencia fueron cautelosas y cancelaron su salida, otras esperaron hasta 2 horas, pero al final el día mejoró permitiendo a 7 de las 9 recorrer las calles. Los nazarenos con sus capirotes llenaban las calles, y el aroma de incienso se mezclaba con el de las flores frescas que adornaban los pasos. Es difícil describir la emoción que se siente al ver el paso de la Virgen del Rocío, iluminada solo por velas, el poderío de San Gonzalo avanzando con izquierdos por su barrio, o el silencio que solo Santa Marta es capaz de crear cuando Sevilla calla a su paso.

Nuestra Señora de la Salud (Hermanad de San Gonzalo)

El Martes Santo fue el punto culminante de mi visita. Desde muy temprano, los balcones se llenaron de espectadores. Los costaleros, bajo el peso de los pasos, demostraban su devoción y fuerza. El sonido de las cornetas y tambores llenaba el aire, creando una atmósfera casi palpable. Uno de los momentos más emocionantes fue cuando el palio de María Santísima Madre de los Desamparados, conocida como la Virgen de los Desamparados, hizo su salida. La multitud se sumió en un silencio total, esperando a que esos costaleros, que con tanto mimo llevan a su Señora, cruzaran uno de los dinteles más difíciles, pero también más bonitos, de toda la Semana Santa sevillana. Cuando por fin el capataz pronunció el «arriba los cuerpos», la calle de San Esteban rompió en un aplauso que acompañó a la banda con el Himno de España hasta que el palio se perdió de vista entre sus fieles.

Salida de la Virgen de los Desamparados (Hermandad de San Esteban)

Después de estos intensos días, me llevé no solo fotos, sino recuerdos imborrables y una mayor apreciación por esta tradición tan arraigada. La Semana Santa de Sevilla es más que una festividad; es una expresión profunda de fe y cultura, y ya estoy deseando volver a vivirla!!